OTRO EMPATE Y VAN...

Independiente empató con San Lorenzo 1 a 1 en Avellaneda, con goles de Parra para el Rojo y Salgueiro para el Ciclón. Los de Mohamed desperdiciaron gran cantidad de chances, llevan siete empates en el torneo y quedaron al borde del abismo. Ahora, en Bahía solo sirve ganar. 

Eterna es la discusión sobre qué es más importante entre ganar y jugar bien. Miles de opiniones se emitieron al respecto, desde los más eruditos en el tema hasta los menos conocedores del asunto, y cada veredicto era seguido por una gran lista de explicaciones. 
Pero en ciertos momentos, todas estas disputas pasan a un segundo plano y la balanza se inclina para algún lado en particular. Trasladando esto a Independiente, luego de la obtención de la Copa Sudamericana se reclamaba el buen juego, hoy, cumplidos exactamente cinco meses de ese acontecimiento, se reclama la victoria, como punto único y preponderante.
Es que hoy, frente a San Lorenzo, cabe la ambigua pregunta que suele hacerse en este tipo de partidos y en situaciones determinadas: ¿se ganó un punto o se perdieron dos?. El empate en uno dejó una mezcla de sensaciones flotando en Avellaneda, porque si bien Independiente jugó mejor que el Ciclón, en el balance del partido el resultado es justo.
Ambos contaron con chances netas de quebrar la paridad, pero la buena noche de ambos arqueros y las falencias propias de cada ataque impidieron que eso sucediera. En la primera parte pareció verse lo mejor de los dirigidos por Mohamed, cosa que viene sucediendo bastante seguido.
Algunas oportunidades claras en los pies de Silvera, otras de Parra, el juego generado en las pinceladas de Fredes y la frescura aportada por Pato Rodriguez a lo largo de los primeros 45, hacían presagiar un buen resultado. La falla la encontraba solo en la puntada final, dado que en defensa no pasaba grandes sobresaltos, y había encontrado un ritmo de juego que lo favorecía.
Tal fue así, que tras una corajeada del gran capitán Tuzzio con pase al Cuqui silvera, pifia de Herner y definición de Parra, el Rojo llegaba a la merecida ventaja. Parecía injusto que ante semejante superioridad a lo largo del primer tiempo, el gol deba haber derivado de una jugada sucia.
La gente se ilusionaba con un segundo tiempo a toda orquesta, o minimamente, con mayor tranquilidad luego de la ventaja trasladada al marcador. Pero una vez más, la cosa no fue así. Un puñado de minutos jugados del segundo tiempo, error en el fondo, confusiones compartidas y mucha picardía de Salgueiro decretaron la igualdad parcial. El ambiente comenzó a cambiar radicalmente con el correr del cronómetro y la impaciencia de las tribunas se trasladó al campo de juego.
Tanto cambió la cosa, que Independiente se guardó un punto de local, puesto que San Lorenzo se animó a más y no le encontró la vuelta. La visita se dio cuenta que no necesitaba demasiado para complicar a la última línea, que de por sí era capaz de complicarse sola. Y si los tres puntos no se fueron para Boedo, fue por que gran parte de los disparos se fueron por los costados del arco del bueno de Hilario, y por las claves intervenciones del Uno rojo.
La paciencia de la gente se agotó, hubo insultos para el presidente y el reclamo de los tres puntos contra Olimpo a como de lugar. La promoción quedo ahí y el clima al rojo vivo. Sin más margen de error se deberán replantear muchas cosas en menos de siete días, la misma cantidad de empates del Rojo en el campeonato.