EN LLAMAS, PERO A FUEGO LENTO

106 años y monedas de vida tiene nuestro querido Independiente. 106 años cosechando triunfos, títulos y copas. Más de un centenario de existencia, en el cual supimos ser los más grandes del mundo en todos los aspectos. Durante décadas estuvimos en un pedestal que parecía eterno, donde cada año se superaba el anterior, deportiva e institucionalmente.
Como reza el Himno de nuestro club, ¨...Siempre luchamos unidos, sin llamarnos temerarios...¨, y en esa unión se basaba el crecimiento y el poderío, los cuales llevaron a que alrededor del globo se hablara de Independiente, y sin que tiemblen las gargantas para hacerlo de una forma honrosa.
El sueño de un puñado de jóvenes rebeldes empleados de la tienda ¨A la ciudad de Londres¨ estaba cumplido, claro que la mayoría de ellos no pudieron disfrutarlo, pero su estampa estaba marcada a fuego en cada representante del club. Gente como Pedro Iso, Carlos y Jorge Bottaro, Herminio Sande, Oscar Sobral y muchos otros hicieron grande a Independiente.
Hoy, tras varios años de saqueo institucional nos encontramos con un club devastado, golpeado en todos sus ámbitos y, deportivamente hablando, perdidos, puesto que de la costumbre de mirar desde arriba pasamos a estar peleando por no jugar la promoción.
Esta situación no la hubiera imaginado ni el más pesimista hincha del Rojo, ni tampoco el más ferviente hincha de Racing. Propios y extraños nos asombramos día a día de lo que leemos, y mucho más los que tenemos la posibilidad de caminar el club, de lo que escuchamos.
La incomunicación generada desde la dirigencia, nos funda la impotencia propia de un sistema no democrático, sin posibilidad de tener acceso a la verdad, o al menos, a la palabra de quienes nosotros elegimos que nos gobiernen.
Nadie da explicaciones ni rinde cuentas de nada, solo contamos con un bochornoso balance firmado entre piñas, sillazos y la presencia de unos pocos elegidos, en una asamblea ordinaria sin precedentes, a la cual ningún tipo de oposición tuvo acceso.
Por otro lado, el desprendimiento acelerado del patrimonio del club, jugadores que no llegan a tres temporadas en Independiente y son vendidos desesperadamente para tapar agujeros (claro ejemplo el del chico Villafañez, de quien habría sido vendido el 50% de su pase a un grupo inversor).
El abandono del aspecto social, en donde antes se hacía hincapié a rajatabla, y hoy se opta por directamente desaparecer disciplinas deportivas-sociales, como lo es el caso del patín. El abandono de las fuentes, como es la pensión del club, por donde pasó hasta el propio Bochini, y hoy no se mantiene con la excusa de que en ¨un par de meses¨ se muda al estadio.
El mismísimo Libertadores de América, que se encuentra en obra hace más de cuatro años y medio, y aún no se finalizan siquiera las tribunas, ni hablar del techo, el restaurant, el shopping, el museo, la pensión y demás cosas que iba a albergar el estadio.
Estamos en un año particular, no es uno más. 2011 es nuestro año, el año del hincha, el año en que tenemos la posibilidad de cambiar el rumbo de una vez por todas y devolver al Rojo al lugar donde se merece estar. Todo es cuestión de interiorizarnos, meternos en la vida de nuestro club. Tenemos la posibilidad de devolver a Independiente todo eso tan místico que supo forjar a lo largo de su historia y un puñado de dirigentes nos sacaron, tenemos la posibilidad de evitar seguir estando en llamas, y peor aún, a fuego lento.